Del maíz, hay que seguir hablando

Del maíz, hay que seguir hablando

Aproximadamente a un kilómetro de su casa en el municipio de Coyuca de Benítez, en Guerrero, México, Alejandro Hernández y su familia tienen su terreno de cultivo. En la imagen se observa la milpa completamente destruida por los fuertes vientos y las lluvias provocados por el huracán Otis, en noviembre de 2023.

Por Greta Rico y Anaiz Zamora

Pasaron entre ocho y diez mil años para que la planta de teocintle se transformara en lo que ahora conocemos como maíz. La evolución de esta planta marcó a las civilizaciones de Mesoamérica, y se volvió esencial para la vida. 

La adaptabilidad del maíz a diferentes condiciones geográficas y atmosféricas le ha permitido sortear toda clase de adversidades, prueba de ello son las 59 razas conocidas que existen en México, un país tan grande y diverso. 

Tan sólo en la Ciudad de México, esta particular condición hizo posible que el maíz se adaptara a las chinampas de Xochimilco y Tláhuac, a los cerros de Milpa Alta, y al frío de Tlalpan.

Sin embargo, hoy el maíz enfrenta algunas amenazas: el desarrollo inmobiliario que busca desalojarlo, una industria que prioriza los químicos y los transgénicos cancerígenos antes que las prácticas agroecológicas, y el cambio climático, con los fenómenos naturales que implica: sequías, granizadas, plagas, olas de calor, ciclones y huracanes. 

Las familias campesinas, las mismas que desde tiempos ancestrales resguardan y protegen las semillas de maíz nativo, para sembrarlas cada año, garantizando así su mejoramiento y adaptabilidad, saben que, a pesar de todo, la respuesta ante la emergencia climática sigue estando justamente ahí.

Lo saben en Oaxaca, donde durante el 2023, de acuerdo con el Centro Demostrativo de Permacultura “El Pedregal”, llovió sólo la tercera parte de lo usual, un motivo de alarma para los cultivos de este y los años que vienen. 

Pedro Santiago es un campesino del municipio de Huayapam. Él y su familia siempre han sembrado milpa. En años anteriores, cosechaban hasta 3 toneladas de maíz, que era suficiente para el autoconsumo de su familia e incluso podía vender el sobrante. Este año, la sequía acabó con su cosecha de frijol y calabaza. 

Pedro sabe leer las nubes y el cielo, así decide cuándo sembrar la semilla para que pueda llegar a buen término. Sabe que el clima no se puede predecir y que “así es la cosecha”, pero también sabe cómo cuidar y defender la semilla, por eso va a reservar la mayor parte para sembrar el próximo año. 

Margarita Pérez vive en Santa Cruz Etla, otro de los pueblos que forman los Valles Centrales de Oaxaca, ella no perdió por completo su cosecha de maíz, pero las mazorcas salieron de la mitad del tamaño que generalmente se logra, lo que al menos permitirá seguir preservando y volver a sembrar la semilla que ha estado en su familia por generaciones.

El año que viene también se prevén condiciones de sequía y calor extremos. De acuerdo con las alertas de la Comisión Nacional del Agua, Oaxaca está siendo afectado por condiciones de sequía excepcional. 

De hecho el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) advierte que “México es altamente vulnerable al cambio climático debido a sus condiciones geográficas, económicas y sociales”. 

Sin duda la prueba más reciente de lo anterior ocurrió en Acapulco Guerrero, cuando en tan sólo 40 horas el fenómeno meteorológico llamado Otis, se convirtió en un Huracán de categoría 5, tocando tierra en ese puerto, el pasado 25 de octubre de 2023. 

Medios internacionales, especialistas y organismos internacionales, han destacado que la intensidad de este fenómeno es sin precedentes y que puede asociarse al calentamiento que están teniendo los mares. Incluso la UNAM alertó que huracanes de esta naturaleza podrían repetirse con mayor frecuencia.  

Además de afectar las costas de Acapulco y tener un impacto en su actividad turística, el huracán afectó a otros cinco municipios de Guerrero, incluyendo Coyuca de Benítez, en donde aún viven familias campesinas que hacen milpa y cultivan maíz, no para la venta, sino para el autoconsumo. 

En Coyuca de Benítez, Alejandro Hernández y Aurelia Santos siembran milpa y otros productos para el autoconsumo, y si bien el huracán dañó buena parte de su cosecha, se mantienen optimistas, aun cuando saben que la cantidad de maíz que tienen almacenado no les va a alcanzar para alimentar a toda la familia el resto del año. 

Un par de semanas después del huracán, en el puerto de Acapulco, en donde buena parte del alimento no se cosecha, sino que se compra, era casi imposible encontrar comida fresca o que no estuviera enlatada, pero la familia de Alejandro y Aurelia se seguían alimentando con los granos de la cosecha del año pasado. 

Así como en Oaxaca y en Guerrero, familias campesinas a lo largo del país que han resguardado y defendido el maíz por generaciones, buscarán la manera de adaptar las semillas para que puedan resistir a condiciones climáticas más extremas. Sus conocimientos no son producto de años de estudio académico, sino de una herencia milenaria, y del trabajo constante con la tierra. 

Durante la realización del proyecto “Maíz Chilango”, todas las personas entrevistadas coincidieron en que el “maíz no es una cosa”, sino una relación de cuidado entre la tierra y los pueblos y comunidades campesinas. 

En todas ellas, aún hay conocimiento, soberanía alimentaria, y la esperanza de habitar un mundo en donde la alimentación sea un derecho y no un privilegio. Seguir hablando de maíz, y de seguridad y soberanía alimentaria ante la crisis climática en todo México es necesario, porque también es esperanza y resistencia.

“A mí me tocó ver dos cosechas de maíz en el año. Cuando era niño llovía más”, recuerda Pedro Santiago, de 88 años, mientras camina en uno de sus terrenos de cultivo en noviembre de 2023. Este año debido a la sequía perdió su cosecha de maíz nativo, frijol y calabaza que sembró con su familia en la comunidad de Huayapam, un municipio de los Valles Centrales de Oaxaca, en México.

A pesar de la pérdida de su cosecha de maíz y otros productos derivados de la milpa, destinados al autoconsumo y la venta, la familia de Pedro Santiago logró rescatar algunas pequeñas mazorcas en noviembre de 2023. Esto les permitirá conservar la semilla que ha estado en su familia por generaciones, en la comunidad de Huayapam, un municipio de los Valles Centrales de Oaxaca, en México. 

Con base en las estimaciones del pluviómetro del Centro Demostrativo de Permacultura, El Pedregal, ubicado en Huayapam, durante 2023 únicamente llovió una tercera parte de agua en comparación con años anteriores. En la imagen, las milpas de Huayapam lucen vacías y secas, en noviembre de 2023. Al fondo se puede observar la ciudad de Oaxaca, México, donde la mayoría de los productores de pequeña escala comercializan sus productos.

Uno de los principales problemas de la agricultura de temporal tiene que ver con la desigualdad en la distribución del agua ya que la mayoría de los sistemas de riego son para la agricultura industrial. La familia de Margarita Pérez, en Santa Cruz Etla, en Oaxaca, México, logró salvar una de sus milpas implementando riego. Con este maíz nativo y los productos derivados de la milpa, la familia de Margarita tendrá al menos para autoconsumo y lograrán preservar sus semillas.

Margarita Pérez es originaria de Santa Cruz Etla, ubicado en los Valles Centrales de Oaxaca, México. Ella aprendió a trabajar el campo desde niña con su familia. En la imagen, Margarita recorre algunos de los campos de cultivo donde perdieron la totalidad de la cosecha, debido a la fuerte sequía que afectó el estado durante 2023.

Además de la milpa tradicional de maíz, frijol, calabaza y chile, la familia de Margarita también ha sembrado árboles frutales, que de igual forma se vieron afectados por la sequía y las variaciones de la temperatura, provocadas por el cambio climático en Santa Cruz Etla, ubicado en los Valles Centrales de Oaxaca, en México.

Edmundo Pérez, hermano de Margarita, pone a secar la cosecha familiar de frijol, en noviembre de 2023 en Santa Cruz Etla, ubicado en los Valles Centrales de Oaxaca, en México. En una buena temporada de cosecha logran obtener hasta 100 kilos de frijol, sin embargo, este año apenas lograrán entre 8 y 10 kilos debido a la sequía.

Debido a la sequía, la falta de agua y el exceso de calor, las mazorcas que cosechan las familias campesinas de los Valles Centrales de Oaxaca, en México, durante noviembre de 2023, son muy pequeñas o se pudrieron antes de tiempo, sin embargo, sembrar nuevamente las semillas que sobrevivieron será fundamental para preservar la biodiversidad y la adaptabilidad genética de las semillas nativas de maíz, ante los efectos del cambio climático en la zona.

El huracán Otis categoría 5, tocó tierra el 25 de octubre de 2023 afectando las costas de Acapulco y otros cinco municipios en Guerrero, entre ellos el de Coyuca de Benítez, una comunidad rural de personas campesinas que cuidan y siembran maíz nativo con métodos ancestrales y tradicionales de agricultura. Hasta el 13 de noviembre de 2023, el patio de la casa de Alejandro Hernández luce destruido por los fuertes vientos que provocaron que se volaran las láminas, y la caída de árboles que destruyó el corral de sus animales.

Aurelia Santos tiene un traspatio donde siembra chile, orégano, romero y algunas otras hierbas que utiliza para cocinar en su casa, en el municipio de Coyuca de Benítez en Guerrero, México. A pesar de los fuertes vientos provocados por el huracán Otis, algunas de sus plantas sobrevivieron y agradece poder rescatar sus semillas para volver a sembrarlas en noviembre de 2023.

El 13 de noviembre de 2023, Alejandro Hernández y su esposa Aurelia Santos visitaron su milpa para rescatar algunos productos, en el municipio de Coyuca de Benítez en Guerrero, México. Hasta un mes antes de que el huracán Otis azotara la zona habían sembrado 10 variedades diferentes de maíces nativos y otras semillas originarias de la región.

Vista del terreno de cultivo de Aurelia y Alejandro en noviembre de 2023, después del paso del huracán Otis en el municipio de Coyuca de Benítez, en Guerrero, México. En palabras de Alejandro: “Teníamos diez (variedades) de maíz, entre blancos, rojos, morados, amarillos y pintos, de diferentes razas: olotillo, olotón, tuxpeño, conejo, ancho y algunos cruzados; también dos variedades de bules, dos de bandejas, dos de calabazas y dos de frijoles ejoteros o milperos, blanco y negro. Son semillas que dan vida a la milpa, pues lo que sembramos es lo que consumimos, y eso es lo que somos”.

Las semillas de Aurelia y Alejandro han estado en sus familias por generaciones, por ello, y ante los fenómenos climáticos de los últimos años, trabajan en conjunto con la Red Guardianes del Maíz, en el municipio de Coyuca de Benítez en Guerrero, México, para implementar un fondo de semillas de maíces nativos y otras variedades vegetales originarias de la zona, ya que la ciencia campesina que les ha sido heredada por generaciones les ha dejado claro que la conservación y la adaptabilidad de sus semillas, a través de la siembra, será fundamental para enfrentar las crisis alimentarias en el futuro.

A las afueras de la zona hotelera, en lo que se conoce como Acapulco rural, donde la mayoría de las personas subsisten del autoconsumo, se observan escenas como esta, donde los cultivos de maíz y las milpas están completamente devastados, en noviembre de 2023, por el desbordamiento de ríos, los fuertes vientos y las lluvias provocados por el huracán Otis que afectó el estado de Guerrero en México.

Diana Ramos muestra algunas semillas de maíz nativo que su familia tiene almacenadas desde la cosecha del año pasado, en el municipio de Acapulco, Guerrero, en México, en noviembre de 2023. Gracias a estas prácticas campesinas de almacenamiento del grano, algunas de las familias que perdieron sus cultivos por el paso del huracán Otis han logrado subsistir con una dieta culturalmente adecuada, sin tener que recurrir a las despensas con alimentos súper procesados y de bajo valor nutrimental que proporciona el gobierno.

Después del paso del huracán Otis y de reacomodar un poco sus casas, las familias campesinas del municipio de Acapulco, Guerrero, en México, y algunas otras zonas rurales cercanas, recolectan algunas mazorcas y especies vegetales para recuperar su semilla y evitar que se pudran con la humedad. Hasta noviembre de 2023, su esperanza está en recuperarse el próximo año sembrando y adaptando sus semillas para los fenómenos climáticos del futuro.

Diana Ramos y su esposo Alejandro Martínez visitan su milpa en el municipio de Acapulco, Guerrero, en México, en noviembre de 2023. El huracán Otis devastó sus cultivos que estaban a punto de ser cosechados.

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